Dejando atrás lo que no Sirve

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Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno.
Mateo 18:8

Como personas, en los años que cada uno ha vivido, ha ido adoptando comportamientos propios del ambiente en el que se desenvuelve. Las personas con las que andamos y quienes llamamos nuestros amigos determinan en gran parte lo que somos.

Constantemente nos estamos enfrentando a los malos hábitos con los que crecimos, que nos impiden ser como Cristo, pero a veces los tebemos tan arraigados que se convierten en una constante lucha, o por el contrario, estamos tan acostumbrados que se convirtió en algo normal que ya no vemos como pecado.

La música, las groserías, la rebeldía, los chistes mal intencionados, las chanzas pesadas, malas compañías, noviazgos fuera de la voluntad de Dios, orgullo, entre muchas otras, son las constantes luchas del joven cristiano a las que en ocasiones no está dispuesto a ganar, ni siquiera a enfrentar, pero que estamos llamados a cortar.

Por un momento piense cuál es su mayor batalla. Si una persona, un comportamiento, o lo que sea, y póngalo en ese versículo, y medite en él.

«Por tanto, si tu amigo te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida solo, que teniendo muchos amigos, ser echado en el fuego eterno.»

La vida cristiana es una batalla individual y una carrera de perseverancia, por lo tanto, si no estamos dispuestos a luchar solos con Dios, no estamos entendiendo la razón de nuestra fe.
Jesucristo quiere seguidores de verdad, discípulos de verdad, cristianos de verdad, no hombres y mujeres que se hacen llamar cristianos pero son una vergüenza y contradicción del mensaje que Cristo dejó.

Cortemos de nuestra vida todo aquello que no nos deja avanzar en nuestra carrera, que son bultos amarrados a nuestros hombros que nos cansan. Jesús quiere llevarse nuestra carga para que podamos caminar hacia la meta, pero si nos aferramos a nuestros costales con terquedad nuestra carga será igual de pesada y agotadora. El fin de nuestra carrera es ser personas como Cristo que andan como Él anduvo, aún cuando lleguemos solos, cojos, mancos o ciegos.

Alexandra Villamarin – Ministerio Juvenil Agua de Vida

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