Los dos deudores
Mateo 18:23-27
23 Por lo cual el reino de los cielos es semejante a un rey que quiso hacer cuentas con sus siervos.
24 Y comenzando a hacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.
25 A éste, como no pudo pagar, ordenó su señor venderle, y a su mujer e hijos, y todo lo que tenía, para que se le pagase la deuda.
26 Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba, diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo.
27 El señor de aquel siervo, movido a misericordia, le soltó y le perdonó la deuda.
Cada uno de nosotros tiene una historia que contar, todos tenemos cicatrices, tal vez en algún momento fuimos víctimas del maltrato y tuvimos que pasar por mucho dolor. ¿Cómo manejamos nuestras heridas? Estamos propensos a sufrir ofensas por parte de otras personas, burlas e incuso rechazo y muchas veces estos sentimientos de dolor se convierten en venganza y violencia. A veces cometemos el error de encerrarnos en ese pasado y querer siempre ser las víctimas, sin esperanza y lejos de alcanzar la felicidad, pero existe otra manera de manejar las cicatrices que nos han marcado y es el camino que Dios nos muestra.
Cuando perdonamos a nuestros enemigos es porque Dios ya nos ha perdonado; por fe recibimos la gracia de Dios y es esta gracia la que podemos ofrecer a quienes nos han ofendido; perdonemos no por sentimiento sino por voluntad. Debemos seguir el ejemplo de Jesús cuando dijo: Cuando estés orando, si tienes algo contra alguien perdónalo; así nuestros pecados también serán perdonados. Cuando perdonamos no somos solamente redimidos, sino que las heridas de nuestro corazón sanan, Dios nos puede usar y seremos llamados instrumentos de gracia capaces de ayudar a otras personas.
Alexandra Villamarin – Ministerio Juvenil Agua De Vida