«No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no esta en el. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.»
1 Juan 2:15-16
La sociedad en la que vivimos actualmente se ha encargado de vendernos la idea equivocada de que vivir bien significa «estar a la moda». Los mismos «amigos» ejercen una presión sobre nosotros para que actuemos de determinada manera, de lo contrario empezamos a ser menospreciados y juzgados. La manera en que actuamos cuando se sigue a Jesús puede ser llamada por los del mundo «ilógica» y ser juzgada como mala, nos exponemos a ser llamados de muchas maneras, pues la forma correcta de actuar para ellos, es lo contrario a lo que Dios nos enseño.
Por lo tanto, no nos sintamos avergonzados por decir «soy de Cristo» ni nos deprimamos por oír «este esta loco», sino que por el contrario, con orgullo y la cabeza en alto andemos seguros, confiados y sobretodo felices, sabiendo que tenemos un Padre justo que no los dejara quedar avergonzados. Satisfacer a las personas solo nos hará estar bien con ellos y sentir alegría por un tiempo, pero satisfacer al Padre es experimentar gran felicidad, llenura inmensa y un gozo inexplicable. Pongamos fija nuestra mirada en Jesús, dejemos que el amor de Dios se refleje en nuestras vidas, que cuando nos vean las personas, no digan: «¿Usted es cristiano?» con asombro, sino que nuestras acciones y nuestro rostro sean un espejo de lo que fue Jesús en su tiempo como hombre. Que nosotros no seamos vergüenza ni motivo de tristeza para nuestro Dios que todo lo dio por nosotros.
Devolvamos le tan solo un poco de todo lo que El dio por nosotros.
Alexandra Villamarin – Ministerio Juvenil Agua de Vida