En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros; también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos. Pero el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad, y cierra contra él su corazón, ¿cómo mora el amor de Dios en él? Hijitos míos, no amemos de palabra ni de lengua, sino de hecho y en verdad.
1 Juan 3:16-18
Buenos días
En esta mañana quiero hablarles sobre el amor. Como es sabido, la muestra de amor más grande fue hecha por el Padre cuando entregó a su Hijo amado para que tú y yo tengamos vida eterna; pero ahora les recuerdo lo que el Señor nos ha mandado en Su palabra: “también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos”
Aun cuando algunos de nosotros, estamos pasando por un buen momento, así mismo algunos estamos cruzando por el desierto, y como hermanos que somos debemos unirnos en un mismo sentir, el dolor de uno de los miembros del cuerpo de Cristo es también nuestro dolor, a veces somos indiferentes a las dolencias de nuestro prójimo y así ¿Cómo podemos decir que el amor de Dios mora en nosotros? Incluso, si eres tú el que pasa por ese sequeral, te invito a que no pienses en ti sino en otra persona, la palabra de Dios dice que “Más bienaventurado es dar que recibir.” Cuando dejamos de pensar sólo en nosotros te aseguro que Dios nos bendice. Una de mis oraciones es que entre todos nosotros y cada uno de los integrantes de la iglesia haya ferviente amor, un amor sincero, el amor de Dios. Dios no está interesado en nuestra palabrería, está profundamente interesado en lo que hay en nuestros corazones, por eso te invito a que diariamente tu oración sea dirigida a Dios pidiéndole un corazón sensible y amoroso.
Este devocional lo hice un día para el grupo de mujeres y quiero compartirlo acá también, no porque no quisiera hacer otro, ni por pereza, sino porque es necesario unirnos en un mismo sentir cuando alguien esta mal. Hay varias personas que por este grupo y el otro han pedido ayuda en oración y más que orar por ellos, entre nosotros debe existir el dolor de nuestro hermano, tal vez yo no los conozca a todos pero eso no me hace pensar que lo que les pase no tiene nada que ver conmigo.
Entre todos podemos volvernos una red que no deja caer a nadie.
Dios los bendiga
Alexandra Villamarin – Ministerio Agua de Vida