Un sabio maestro, contó a sus discípulos la siguiente historia:
«… Varios hombres habían quedado encerrados por error en una oscura caverna donde no podían ver casi nada. Pasó algún tiempo, y uno de ellos logró encender una pequeña tea. Pero la luz que daba era tan escasa que aun así no se podía ver nada. Al hombre, sin embargo, se le ocurrió que con su luz podía ayudar a que cada uno de los demás prendieran su propia tea y así, compartiendo la llama con todos, la caverna se iluminó».
Uno de los discípulos preguntó:
«Qué nos enseña, maestro, este relato?»
El Sabio contestó:
«Nos enseña que nuestra luz sigue siendo oscuridad si no la compartimos con el prójimo. Y también nos dice que el compartir nuestra luz no la desvanece, sino que por el contrario la hace crecer.»
Mateo 5:14 «Vosotros sois la luz del mundo: una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder.»
Juan 8:12 «Y hablóles Jesús otra vez, diciendo: Yo soy la luz del mundo: el que me sigue, no andará en tinieblas, mas tendrá la lumbre de la vida.»
Es nuestro deber compartir lo que Dios nos ha dado con otras personas y ser luz en medio de este mundo que está en tinieblas, cada uno de nosotros tiene esta tarea por delante, llevemos la luz de la palabra de Dios a las personas que están a nuestro alrededor.
Dios los bendiga
Leidy Hernández – Ministerio Juvenil Agua de Vida