La siembra y el esfuerzo

La siembra y el esfuerzo

11 Ago, 2016
Alexandra Villamarin
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La siembra y el esfuerzo

El que al viento observa, no sembrará,
y el que a las nubes mira, no segará.Eclesiastés 11:4.

Hay quienes nunca logran nada no porque Dios no quiere bendecirlos sino sencillamente porque no intentan nada.

Se la pasan la vida observando, esperando el momento perfecto y desperdician la vida y las fuerzas que Dios les ha dado.

“Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán.” Salmo 126:5.

Es una promesa para que aquellos que hacen lo correcto aun en tiempos difíciles. Sembrar, dar lo mejor de cada uno de nosotros no es sencillo en ocasiones puede ser aún doloroso pero si haces lo que debes hacer, tarde o temprano Dios te permitirá regocijarte en la cosecha.

Alguien escribió la siguientes historia que considero apropiada para este devocional:

“Había una vez un hombre que subía cada día al autobús para ir al trabajo.
Una parada después, una anciana subía al autobús y se sentaba al lado de la ventana
La anciana abría una bolsa y durante todo el trayecto, iba tirando algo por la ventana.
Siempre hacía lo mismo y un día, intrigado, el hombre le preguntó qué era lo que tiraba por la ventana.
¡Son semillas! – le dijo la anciana.
¿Semillas? ¿Semillas de qué?
– De flores… es que miro afuera y está todo tan vacío…Me gustaría poder viajar viendo flores durante todo el camino. ¿Verdad que sería bonito?

– Pero las semillas caen encima del asfalto, las aplastan los coches, se las comen los pájaros… ¿Cree que sus semillas germinarán al lado del camino?
– Seguro que sí. Aunque algunas se pierdan, alguna acabará en la cuneta y, con el tiempo, brotará.
– Pero…tardarán en crecer, necesitan agua…
– Yo hago lo que puedo hacer. ¡Ya vendrán los días de lluvia!
La anciana siguió con su trabajo… Y el hombre bajó del autobús para ir a trabajar,
pensando que la anciana había perdido un poco la cabeza.

Unos meses después, yendo al trabajo, el hombre, al mirar por la ventana, vio todo el camino lleno de flores…
¡Todo lo que veía era un colorido y florido paisaje!
Se acordó de la anciana, pero hacía días que no la había visto. Preguntó al conductor:
– ¿La anciana de las semillas?
– Pues, ya hace un mes que murió.
El hombre volvió a su asiento y siguió mirando el paisaje.

«Las flores han brotado, se dijo, pero ¿de qué le ha servido su trabajo? No ha podido ver su obra».
De repente, oyó la risa de un niño pequeño. Una niña señalaba entusiasmada las flores…
– ¡Mira, papá! ¡Mira cuántas flores!
¿Verdad que no hace falta explicar mucho el sentido de esta historia?
La anciana de nuestra historia había hecho su trabajo, y dejó su herencia a todos los que la pudieran recibir, a todos los que pudieran contemplarla y ser más felices.
Dicen que aquel hombre, desde aquel día, hace el viaje de casa al trabajo con una bolsa de semillas que va arrojando por la ventanilla.

No dejes de sembrar cosas buenas…
Alguien siempre recogerá tu siembra…”

Bendiciones

Alejandro Vargas

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