Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne.
Cuanto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?
La paga del pecado es la muerte, esta verdad ha sido una realidad, desde el momento mismo de la creación.
En el antiguo testamento, se sacrifica a un cordero sin mancha, y su sangre ofrecida por el sumo sacerdote, aplacaba la ira de Dios, contra el pecador, pero esto se debía realizar cada año.
Jesús es llamado el cordero de Dios, que quita de una sola vez y para siempre el pecado de todos quienes lo confíes en como su Señor y salvador.
El justo, el santo de los santos, se ofreció en sacrificio en la cruz por nuestros pecados, lo cual debe hacernos conscientes del costo de nuestra salvación, por lo cual debemos vivir en santidad, quieta y reposadamente, confiando siempre en nuestro Señor y salvador, quien nos santificado y purifica de obras muertas e inmundas.
Demole gracias al Señor cada día, por nuestra salvación, y sirvamos al Señor con todo nuestro corazón, siendo obreros aprobados para toda buena obra y dar frutos dignos de alabanza para la gloria de nuestro Señor y salvador.
Feliz día para todas, bendiciones.
Cecilia Calderón – Ministerio Agua de Vida