1 Juan 2:15 No Ameis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama el mundo, el amor del Padre no está en él. 16 Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos e los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.
17 Y el mundo pasa y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.
Vivir en el mundo sin participar del espíritu del mundo es el llamado cristiano. Cuando el Espíritu de Dios nos revela la verdadera pobreza espiritual en que vive el mundo, es más fácil vencer las tentaciones que buscan seducirnos para volver a esa condición en la que nos encontrábamos antes de conocer a Jesús.
Cuando comprendemos la plenitud de nuestra herencia en Cristo, se revela toda la pobreza del mundo. Y cuando depositamos de verdad nuestros sentimientos en Dios, los deseos de la carne dejan de ser un problema.
A diferencia de la mujer de Lotque rechazaba renunciar al mundo, nosotras podemos levantar nuestra vista hacia una esperanza gloriosa en amor, en vida y en luz de Dios eternamente.
Bendiciones grandes hermanas y el amor de Dios les acompañe.
Andrea Sanchez – Ministerio Agua de Vida