Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre; que te hizo caminar por un desierto grande y espantoso, lleno de serpientes ardientes, y de escorpiones, y de sed, donde no había agua, y él te sacó agua de la roca del pedernal; que te sustentó con maná en el desierto, comida que tus padres no habían conocido, afligiéndote y probándote, para a la postre hacerte bien; y digas en tu corazón: Mi poder y la fuerza de mi mano me han traído esta riqueza. Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas, a fin de confirmar su pacto que juró a tus padres, como en este día.
Deuteronomio 8:11-18
Si bien es cierto que éstas palabras fueron dirigidas al pueblo de Israel por Moisés en su despedida, éstas también Dios las utiliza para hablarnos hoy.
Cada una de nosotras ha pasado por su propio desierto, en el cual las dificultades nos dejaron totalmente vulnerables y gastaron todas nuestras fuerzas, definitivamente nada bueno podía salir de todo eso, sólo un milagro podía sacarnos de eso, y fue ahí donde la mano del Dios Todopoderoso apareció en nuestro sequedal y sacó agua de la roca y nos dió comida en el desierto. Dios por su infinita misericordia nos sacó victoriosas del lugar en el que estábamos tal vez por nuestra desobediencia y nos dió todo lo que solas nos hubiera costado casi la vida conseguir y algunas que sólo Él nos puede dar.
Aparte de lo material que aparentemente conseguimos con nuestro trabajo (y realmente fue Dios), cosas como la paz, la sabiduría, el amor y muchas más sólo pudo haber sido Dios el dador de ellas y lo que quiere es que reconozcamos nuestra incapacidad para hacer cosas solas y lo exaltemos por su infinito amor que nos ha dado todo. Nunca dejemos que el orgullo llene nuestro corazón, por el contrario seamos humildes y recordemos cómo de lo peor de nosotras Dios pudo hacer una mujer virtuosa.
Dios las bendiga
Feliz día
Alexandra Villamarin – Ministerio Agua de Vida