SANANDO EL CORAZÓN HERIDO
A lo largo de nuestra vida, con el pasar de los años siempre tendemos a recordar momentos que para nosotros han sido muy
tristes y dolorosos, diferentes circunstancias, pérdida de personas, relaciones fallidas, sentimientos de ira, rechazo, maltrato, abandono en nuestra niñez, falta de aceptación o baja autoestima en nuestra adolescencia. Estas y muchas otras situaciones hacen que en nuestra vida necesitemos del toque de Dios para sanar nuestro corazón.
tristes y dolorosos, diferentes circunstancias, pérdida de personas, relaciones fallidas, sentimientos de ira, rechazo, maltrato, abandono en nuestra niñez, falta de aceptación o baja autoestima en nuestra adolescencia. Estas y muchas otras situaciones hacen que en nuestra vida necesitemos del toque de Dios para sanar nuestro corazón.
¿Recuerdas que sucesos tristes han afectado tu vida? Escríbelos en una hoja.
La palabra del Señor en el libro de Jeremías 33:6 nos dice:
“Yo les traeré sanidad y medicina;
los curaré y les revelaré abundancia de paz y de verdad”
Lo primero que debemos hacer es traer a la memoria los recuerdos que han dañado nuestro corazón. Nuestra ser esta constituido por tres partes espíritu, alma y cuerpo; en nuestra alma es donde se depositan la memoria, la razón, los sentimientos, las pasiones y es allí donde se anidan los resentimientos y tristezas que en ocasiones llegamos a guardar por años, es en este lugar donde Dios debe sanar nuestra vida como lo dice en su Palabra “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón, a pregonar libertad a los cautivos y vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos y a predicar el año agradable del Señor”
Dios en su infinito amor envió a Jesús para salvarnos y sanarnos a través de su sangre y nos perfecciona por medio de su Espíritu Santo, este es un proceso que lleva tiempo, disposición y cambios en nuestra manera de pensar y actuar.
CINCO PALABRAS EN LA SANIDAD INTERIOR
1- Perdonar: Es un acto de remisión de los pecados cometidos, no solo debo perdonar al que me ofendió sino también debo perdonarme a mí mismo (Colosenses 3:13)
2- Confesar: Es reconocer delante de Dios mi situación y cambiar de actitud (Proverbios 28:13)
3- Acordarnos: Recordar que tengo un pacto con Dios y nunca olvidar que Él me perdonó. El Señor no quiere que yo esté continuamente recordando mi dolor, si yo he perdonado y he confesado delante de El las situaciones vividas, ya no me harán daño (Isaías 43:18-19, Ezequiel 16:60)
4- Pedir: Debemos rogarle a Jesucristo que cumpla su ministerio en mi vida, si ya estoy sano debo servir en la obra de Dios. Las experiencias vividas servirán para hablarles a otros de lo que poder de Dios para restaurar (Lucas 4:18)
5- Quitar la religiosidad: Nunca olvidar que Dios es fuente de vida y a El debemos recurrir continuamente (Jeremías 2:13).
¿Recuerdas las circunstancias que escribiste en la hoja? Si ya has hecho los pasos anteriores rómpela e inicia una vida nueva con Cristo, recuerda que siempre el precioso alfarero esta dispuesto a cerrar las grietas de tu corazón, solo tienes que disponerte.