Todos tenemos cicatrices de las cuales hablar. Cicatrices causadas probablemente por algún accidente, una caída o quizás por un golpe provocado cuando eras niño. Pero lo cierto es que, detrás de cada una de ellas, siempre hay una historia que contar. Hay algunas que probablemente son divertidas y aunque en su momento pudieron ser dolorosas, hoy al contar la historia las recordamos con una sonrisa; hay otras que, por el contrario, son cicatrices que provienen de momentos difíciles y no resultan agradables de traer a la memoria, es más, no nos gusta verlas ni que los demás lo hagan, entonces tratamos de ocultarlas. Existen también cicatrices que no son físicas sino que están en lo profundo de nuestro corazón. Especialmente estas últimas son las que más tratamos de ocultar y las queremos dejar en el olvido.
Sin embargo, como mencionaba anteriormente, detrás de cada cicatriz hay una historia desconocida para muchos. ¿Qué pasaría si yo te dijera que Dios quiere usar esa historia? Esa historia que por tanto tiempo has estado tratando de olvidar porque te trae mucho dolor, esa experiencia que tuviste que de pronto lo único que te hace pensar es que fracasaste y que no eres digno de una segunda oportunidad. ¿Se lo permitirías?
1. TU SITUACIÓN ES UNA OPORTUNIDAD PARA QUE DIOS SEA GLORIFICADO
Al pasar Jesús, vio a un hombre ciego de nacimiento. 2- Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que haya nacido ciego? 3- Respondió Jesús: No es que pecó éste, ni sus padres, sino para que las obras de Dios se manifiesten en él. Juan 9:1-2:
Esa parte de tu pasado o de tu presente que quieres ocultar, que no quieres que salga a la luz o que desearías con todo el corazón que hubiera sido diferente, es una oportunidad para que la gloria de Dios sea revelada. De pronto no entiendes ahora mismo cómo puede ser esto posible, pero debes confiar en que Dios es experto en cambiar circunstancias de la noche a la mañana y que para Él absolutamente nada es imposible.
Acabamos de leer la historia de un hombre que fue ciego desde su nacimiento. Jamás había visto la luz del sol, no había visto a sus padres, ni siquiera había podido ver su propio rostro. La Biblia no dice exactamente qué edad tenía este hombre, pero si leemos capítulos más adelante podemos inferir que ya era alguien adulto. No puedo imaginarme cuántas veces este hombre se quejó de su situación deseando no ser así o incluso deseando no haber nacido. De pronto tu situación no es la misma, pero tal vez muchas veces también te has quejado de ella, has deseado que las cosas no fueran así o incluso también has deseado dejar de vivir, pero ¿sabes una cosa?, lo mismo que necesitó este hombre es lo mismo que necesitas tú. Tan solo bastó con que Jesús se cruzara en el camino de esta persona para que su situación cambiara. Tal vez él ya había perdido toda la esperanza, ya se había acostumbrado a su situación y pensó que moriría así, pero los planes de Dios eran otros para él, y así mismo Dios también tiene planes para ti y eso que estás viviendo ahora o viviste, al final servirá para dar gloria y honra a Dios.
2. DIOS NO CAMBIARÁ TU PASADO PERO PUEDE LLEVARSE EL DOLOR
Este hombre nació ciego y por muchos años vivió así, eso era algo que no se podía cambiar. Pero cuando Jesús entró en escena fue cuando las cosas se pusieron realmente interesantes, pues todos esos años de dolor que había vivido este hombre habían desaparecido y ahora era alguien nuevo. No solo había recibido la vista sino que encontró un regalo aún más grande y hermoso, la salvación. Tal vez de haber nacido diferente no hubiera podido conocer a Jesús porque posiblemente habría pensado que no lo necesitaba, pero su situación lo llevó a necesitar de Jesús y si tu situación te lleva a necesitar de Dios, entonces da gracias porque en esto se ve reflejada su misericordia, porque aun sin merecerlo se cruza en nuestro camino y convierte esas heridas en hermosas cicatrices, convierte esas historias duras del pasado en oportunidades para contarle a otros las maravillosas obras que Él ha hecho y que sigue haciendo.
Dios puede llevarse tu dolor, para que al contar tu historia sólo tengas palabras de agradecimiento y de gloria para Él por lo que hizo en tu vida. No ocultes tu historia, no escondas tu pasado, colócalo en las manos de Dios y deja que Él transforme eso en una oportunidad para que la gente crea y vea lo bueno y misericordioso que es Él, y también permítete a ti mismo experimentar eso todos los días, pues Dios es refugio seguro para todo aquel que cree y confía en Él
Juan David Jara
Agua de Vida